Una entrevista que nos hizo el periodista Alberto Armendáriz Martin, que es corresponsal en Brasil del Jornal REFORMA de México.
RÍO DE JANEIRO.- En Argentina, pocos periodistas se destacan por su defensa a las autoridades del país en materia de libertad de expresión como lo hace Víctor Hugo Morales.
En la nación sudamericana, varios medios de comunicación locales y organizaciones protectoras de periodistas acusan al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de avasallamiento frente a la Prensa.
Nacido en Uruguay, pero nacionalizado argentino, Morales, de 65 años, indica que las críticas se originan en la supuesta condición monopólica que tiene el poderoso Grupo Clarín.
El periodista acusa al consorcio de intentar por todos los medios mantener sus intereses.
En una entrevista con REFORMA, el también escritor y locutor de La Mañana, transmitida por radio Continental, y Bajada de Línea, por el Canal 9 argentino, explicó sus polémicas posturas en defensa a las autoridades.
¿Cómo ve la situación de la libertad de prensa en Argentina?
Hay pruebas evidentes de una libertad irrestricta; puede haber alguna incomodidad o tensiones naturales entre el poder político y la prensa, por algún reproche, alguna crítica, pero la realidad es que se puede decir y publicar lo que se quiera. Hoy hay más limitaciones para el ejercicio de la libertad de prensa en Estados Unidos que en Argentina. Aquí se puede utilizar cualquier expresión de odio, de racismo; se pueden decir contra los funcionarios del Gobierno las peores cosas, injurias, mentiras, como muchas veces ocurre desde sectores mediáticos altamente comprometidos con la corrupción, y no pasa nada, nadie tiene que rendir cuentas a nadie. Y, a diferencia de México, y otros tantos países, no hay periodistas asesinados, ni presos, ni siquiera enjuiciados.
¿Por qué existe tanta tensión en el mundo de la prensa argentina?
Porque el periodismo se ha dividido entre quienes tratan de ejercer el periodismo y los que son cómplices de un poder mediático mafioso que se llama Grupo Clarín. Es un poder que avanzó sobre muchos intereses que no son periodísticos. Hay periodistas que trabajan para el Grupo Clarín que son directamente cómplices de un poder que en estos momentos es el grupo más mafioso que existe internacionalmente junto con el de Rupert Murdoch. Los periodistas que trabajan dentro de ese grupo altamente dominante y monopólico de Argentina insisten tanto con que no hay libertad de prensa, que al final generan dudas y consiguen confundir. Ha sido desde los medios afines al Gobierno argentino que se ha forjado la idea de un “periodismo militante”, que defiende a ultranza a la Administración de Fernández de Kirchner… El periodismo militante es algo de toda la vida. Hay periodismo de izquierda, de derecha, periodistas que defienden criterios liberales y otros que defienden criterios progresistas; REFORMA también tiene su ideología.
¿Usted se considera un periodista militante?
Militante de la verdad, de los criterios que puedan tener los Gobiernos que son inclusivos, de la centro-izquierda. Sí, me siento partidario de que los Gobiernos tengan ese rumbo. Soy militante contra el liberalismo, contra el neoliberalismo, contra todo lo que se refiere a la libertad de mercado. Puede haber varias coincidencias con algún Gobierno que tal vez alguna vez se parezcaal de mis sueños, pero eso no me hace militante del Gobierno, sino militante de mis propias ideas.
¿Cómo ve la intención del Gobierno de tomar el control de la empresa Papel Prensa?
¿En qué país del mundo existen dos diarios que sean dueños de todo el papel con que se imprimen todos los diarios y revistas de ese país? Es un monopolio absolutamente intolerable. Y ni siquiera necesito entrar en la historia de cómo los diarios Clarín y La Nación se hicieron de la empresa Papel Prensa, que es una historia de horror vinculada a la dictadura. El Estado argentino tiene una importante participación en Papel Prensa, el 27.5 por ciento, ¿no? Es una participación minoritaria frente a la suma de participación que tienen Clarín (49 por ciento) y La Nación (22.5 por ciento), que superan el 70 por ciento. Está tratándose de cambiar eso a través de una ley para que el Estado pase a tener una posición más importante. En breve la Corte Suprema debe expedirse sobre el caso de la Ley de Medios Audiovisuales, que fue tan resistida por el Grupo Clarín. ¿Cómo cree que terminará este conflicto? No soy demasiado optimista porque el tema ahora está en la Corte Suprema. Y, como todos los máximos tribunales, la Corte es conservadora, muy relacionada con el poder establecido y puede ser que traicione todos los fundamentos jurídicos que existen y declare que la ley es inconstitucional. Pero, hoy casi 80 por ciento de los medios audiovisuales argentinos son afines al Gobierno o estatales.
¿La situación monopólica no es al revés?
No, esa es una confusión que consigue el Grupo Clarín, cuyos medios tienen mucha mayor influencia, alcanzan a unas 30 millones de personas. El poder contestatario de la suma de la televisión pública y algún que otro medio de televisión o radio afín no llega a las 700 mil personas, según las encuestas que se hacen de rating.