Fue dar la vuelta al Monumento al Gaucho, y Mar del Plata se transformó. Con razón, pensó este cronista, no vimos a nadie en el camino. Los de River habían llegado todos bien temprano, con la ansiedad del que se acerca al mar por vez primera. A un lado y a otro, desde los micros, en los autos embanderados, se sintió el clima del partido. A la entrada, un médico de Buenos Aires con hijos marplatenses cuenta lo que significa para los pibes. “Hace siete años, cuando llegué, Aldosivi estaba jugando la liga local. ¿Te das cuenta lo que vale esto para los chicos?”, dice el doctor. Toda Mar del Plata se sintió partícipe de un hecho fuera de lo común. Que un equipo de la ciudad llenara el estadio tan famoso parecía un cuento.
La confitería, un lugar social por excelencia en los veranos, territorio de políticos, famosos, ex jugadores y dirigentes ofrecía el aspecto de un River-Boca de verano. Era un banquete lo que esperaba cuando todos se asomaran a la cancha. Estaba en los jugadores ofrecer una función acorde con semejante expectativa.
Y llegó el partido que iba a responder a tanta ilusión. Fueron 90 minutos tensos, bien jugados, sobre todo en el primer tiempo donde hubo precisión de los dos equipos, con un fútbol pulcro. Con un River que mantenía la buena actitud que tuvo en el partido ante Instituto y con un Aldosivi ordenado y con algunos jugadores interesantes, de buena técnica. Hubo una leve ventaja en el concepto que tuvo River en el primer tiempo. El equipo ilusionaba para la segunda parte. Por el rendimiento individual, había mostrado superaciones como la de Domínguez. Pero el Chori, cuando ya estaba cansado y nublado a falta de 15 minutos, fue uno de los jugadores que, por egoísmo, le quitaron a River la posibilidad de ganar el partido.
Antes, en el inicio del segundo tiempo, nos encontramos con un partido de mayor actividad de River y una merma en el rendimiento de las individualidades de Aldosivi. Eso permitió que los Millonarios encontraran el camino. Ese que se aclaró a los 16 minutos, cuando cayó Cavenaghi en el área e impecablemente Lunati cobró el penal. El Chori lo pateó de manera admirable y River estaba en ventaja. Acto seguido, fue expulsado Briones y el partido le quedó a River en bandeja. No podía pasar por la mente de nadie que River no se llevase los tres puntos. Sólo podía correr riesgos en los lanzamientos cruzados que Aldosivi enviaba desde cualquier lugar de la cancha. Y finalmente lo consiguió con un centro cabeceado que derivó en otro centro de parte de Zunino, quien había anotado en el Monumental, para que la empujara Matías Gigli.
River pecó en el egoísmo de sus jugadores y en la falta de criterio para manejar un partido que tenía totalmente a su disposición. Y por eso se encontró con el castigo de una paridad que le duele muchísimo. El contraste del silencio y la perplejidad de sus hinchas que ocupaban la mitad del estadio con el resto que mostraba la mayor alegría, casi amateur de los hinchas del Tiburón marplatense, indicó claramente cuáles eran los sentimientos.
River regaló dos puntos que lo comprometen si hoy gana Central. De todas maneras fue un castigo para lo que tantas veces se menciona con relación a que los jugadores, en algún momento, piensan más en su gol que en el del propio River. Aldosivi, con otro tipo de pretensiones, queda con el hecho histórico de no haber perdido, ni de ida ni de vuelta, con un gigante en esta división.
Víctor Hugo