Al volver de una Europa angustiada por la falta de trabajo y los recortes a la educación y la salud me perturbo francamente la locura desatada en torno al dólar.
Acompañaría, por dar un ejemplo, si el seis por ciento del PBI destinado a la educación fuese reducido. Pero por los dólares, ¡NO!
Y como alguien dirá que es muy fácil decirlo cuando uno ya los tiene encanutados, como es mi caso (todo lo que gane últimamente lo tengo en dólares) estoy dispuesto si se suman otros, periodistas, empresarios, funcionarios, a vender la parte que me corresponde en la relación familiar y pesificarme.
No son dos dólares….
Aclaro que para la vida de un contratado, privilegiado, si, pero que… el día que se termine su contrato quizás tenga que vivir de los ahorros, puedo asegurar que es mucho dinero.
No es demasiado para algunos muy ricos, pero no es poco para nadie, lo aseguro.
Así que en vez de llorar por los dólares que no le venden a los comunicadores y público en general, ofrezco ir a pesos.
Sería lindo que en las redes sociales, los que saben de eso, dieran un manijazo para el otro lado.
En vez de agredir y matar por un dólar, a lo que algunos parecen estar dispuestos, hagamos la contraria.
Asumamos riesgos, vamos a creerle al Estado.
Me gustaría que haya eco, y cruzar al banco y solicitarle al señor de la caja: “¿Jefe, por favor, me da pesos?”.
Víctor Hugo