Oro en los pies. Eso tiene Sebastián Crismanich. Y aunque la mayoría no sabe cuántos rounds son, ni cuánto duran, ni cómo se consiguen los puntos, igual celebró la medalla más importante de la Argentina en estos Juegos Olímpicos. Y aunque sepa poco, el espectador, entrenado en descubrir deportes de los que no tenía idea, va entendiendo las claves de cada especialidad.
Y fue haciéndose evidente que ese pibe que había ganado durante todo el día, estaba en la final porque tiene clase. Fue un aprendizaje realizado en unos pocos combates, pero al final cualquiera veía que sus piernas eran mas rápidas que las de los otros. En el último tramo el lego también se hizo ilusión. Sebastián, ganador de una medalla dorada en los Panamericanos de Guadalajara, pero un personaje aún desconocido, estaba a punto de conseguir la presea mas importante del deporte. Y cuando tocó por fin al contendiente español, la amargura por la derrota de Las Leonas y la comprensión otorgada a los muchachos del básquet, se trastocó en una alegría que en un segundo recorrió el país. Al mismo tiempo, un deporte, un nombre y una medalla se convertían en el gran descubrimiento de esta edición de los Juegos Olímpicos. Sebastián Crismanich, a las patadas por la vida, le dio una mano grande a la Argentina, que se había empezado a conformar con poco.
Vencidas Las Leonas en su tiempo de transición, abrumado el baloncesto como si en una noche los americanos se cobraran todas las cuentas pendientes con los argentinos, la antepenúltima noche de Londres 2012 fue reivindicada por Sebastián Crismanich, que nació ayer, una vez más. Nació para la masividad, la admiración y la gratitud de un pueblo inmensamente amante del deporte pero frustrado en este tipo de contiendas a los que va siempre para aprender. Las campanas del Gran Ben estaban por dar la medianoche en Londres. El tañido sonó más limpio que nunca. Tenía el valor de un anuncio importante. No para el mundo, es cierto. Pero sí para la Argentina. Crismanich metió una patada que los hinchas de fútbol creen haber visto en alguna Libertadores. Pero esta vez, la murra valía oro.