Tiempo Argentino Lunes 28/11/2011
Fue en Mendoza donde Boca se presentó como un campeón de pura cepa. La cosecha de puntos, alterada por el domingo sin sol que había vivido frente a Racing, recuperó el paso en el estadio cordillerano. Los xeneizes no brindaron por respeto a los números, pero tienen la copa en la mano y es Boca, quien le dice al país por qué se brinda al terminar 2011. El triunfo ante Godoy Cruz ha sido un magnífico corolario que lo deja con nueve puntos de ventaja y una superioridad latente como hacía tiempo no se vivía en el fútbol argentino.
Hace ya muchas fechas que las dudas sobre la posición final del equipo de Falcioni fue disipada por un plantel y un técnico que, en vez de justificarse por los contratiempos se abocó a construir un estilo que lo protegiese de los imponderables. Hasta de Román Riquelme, mentor de tantas glorias, ha sabido prescindir Boca. De los delanteros, entre los cuales debió alternar cuanta dupla es imaginable. De los mediocampistas, que atravesaron inconvenientes varios. Y un par de puestos de la defensa también fueron dolores de cabeza para los que siempre hubo un paliativo.
Debe ser, en la historia de los torneos cortos, una superioridad de las más espléndidas exhibidas por un equipo, que Boca muestra hasta en detalles mínimos como la elegante manera de ratificarle confianza a Schiavi, para que el Flaco, que tanto tiene que ver con la acalambrante tarea defensiva del cuadro de la Ribera, fuera el encargado del penal. Y vaya si aprovechó esa confianza el interminable zaguero. El último fracaso fue pulverizado por un remate propio de un jugador que se tiene confianza. Y si bien es cierto que Godoy Cruz no atraviesa su mejor período, en partidos de alta motivación como era este, no cualquiera puede ir y caminarle por arriba como lo hizo Boca. Disipó las dudas y enfrió la tibia esperanza de Tigre, en los primeros 45 minutos con una actuación de alto ritmo y buenas pinceladas de fútbol. Estableció la diferencia y salió al segundo tiempo habiendo revertido las ventajas potenciales del local. El partido transcurrió casi siempre por donde se lo propuso la gente de Falcioni. Domesticar a la fiera y luego tenerla a su merced, eso hizo Boca, que dejó al país sin campeonato hace ya semanas.
Es mérito a reconocer, en el umbral de la victoria final, que las distancias expuestas con el resto de los planteles es una construcción hecha sobre el andar, y no apreciada durante el paseo preliminar, en el que Boca lucía como cualesquiera de los competidores anotados. Ahora, en la recta final, lo único que escasea es el asombro y la emoción. Falcioni, un viejo gladiador de cara poco vendedora para el marketing arrasa con sus detractores. Varios pasajes de la temporada se permitió el famoso fútbol que le gusta a la gente, pero en todos los partidos, aun en los que jugó pobremente, tuvo equilibrio, buena defensa y espíritu ofensivo que a la hora del balance no desmerece el hecho de que, desde el momento de saber que podía ser campeón, jugar más el propio campeonato que el propio partido que estaba disputando.
No debe haber equipo que no tenga al menos una tarde mejor que el promedio de Boca. Hay ganadores de etapas en el ciclismo. Los grandes campeones de ese deporte no lo necesitaron. Hay de todo en la viña del señor, pero si a un equipo le meten el primer gol de jugada en todo el campeonato, al declinar un partido de resultado ya inmodificable, es por lo menos un respetable campeón. Y tiene aún algunas fechas para tornarse más brillante. Como con los buenos vinos mendocinos, hay madera para que el brindis sea más encendido.