El fútbol de Ecuador, que hizo flamear como bandera, paralizaron los corazones en el Estadio Munumental, que ahora miran las eliminatorias con cierta preocupación.
En la inmensidad del estadio Monumental, con las luces que iluminan hasta el último rincón, el público se mira desconcertado, desencantado, como si no entendiera lo que ocurre en ese momento. Es que sobre el terreno de juego acaba de ocurrir algo impactante: Ecuador, con su fútbol como bandera, derrotó 2 – 0 a Argentina y la llenó de preocupaciones. Y lo más destacable es que ha ganado de manera merecida, como uno pensaba que tendría que haberse impuesto Argentina, con excelentes movimientos y goles certeros. Fue una magnífica actuación de los ecuatorianos, que alcanzaron un triunfo estupendo en el inicio de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial de Rusia 2018. Y yo, entonces, que me rindo ante el fútbol de Ecuador.
Ecuador ha ganado limpio, sin que se pueda discutir absolutamente nada. Se plantó con autoridad, jugó con personalidad y se llevó tres puntos que valen mucho. Tres puntos que sirven para demostrar la evolución del fútbol de aquel país, que se refleja en los muy buenos antecedentes de los últimos años. Se nota que hay confianza en los jugadores y en el entrenador Gustavo Quinteros, quien ha logrado armar un grupo que, si sigue jugando de esta manera, llegará lejos. Y con confianza, naturalmente, los resultados suelen darse.
Pero todo empezó muy temprano: con el desafío de jugar sin Lionel Messi, quien por lesión tuvo que perderse el debut de la Selección Argentina, el equipo de Gerardo Martino no pudo sobreponerse a una baja más que considerable. Los primeros aplausos de la noche se los llevó el Kun Agüero, que en el amanecer del duelo trató de imponer su categoría. Pero para sorpresa de muchos, casi a los diez minutos, Ecuador pudo haber encontrado el primer gol de la noche: tras una jugada veloz por derecha, hubo un pase cruzado de Antonio Valencia que fue largo. Jefferson Montero no llegó a conectar el balón. Era una suerte de aviso.
Los corpulentos ecuatorianos, a todo esto, no dejaban jugar con comodidad a Argentina. El Chiquito Romero, por esos pasajes del partido, se hizo grande para darles un poco de respiro a sus compañeros. Estaba claro que Ecuador llegaba más filosamente que el local. Incluso era levemente superior.
A los 17 minutos, entre Ángel Correa y el Kun hicieron temblar la zona defensiva rival: pero el arquero Alexander Domínguez resolvió de manera estupenda, estaba el grito, la gente se paraba para celebrarlo, pero no hubo caso. Fue demasiado débil el disparo de Agüero, no le salió como en la televisión, cuando lo vemos jugar en Inglaterra. Unos minutos después llegó la salida de Agüero, por lesión, y la entrada de Carlitos Tevez. Un concierto de aplausos recibió el ingreso del delantero de Boca, que durante el primer tiempo aportó muy poco. Durante esa mitad Argentina no salió a imponer sus condiciones, Ecuador intentó presionarlo en más oportunidades.
Recién a los 21 minutos del complemento llegaría una buena: Javier Mascherano se metió en el área y entró como diciéndole a sus compañeros: «Muchachos, si ustedes no pueden, lo voy a ganar yo.» Pero no pudo, le faltó poquito como para meterla. Ángel Di María, unos segundos después, no pudo definir bien. Dos jugadas interesantes en un sólo minuto.
Pero fue apenas una ilusión. Porque a los 35 minutos llegó lo que era merecido: Frickson Erazo la mandó al fondo de la red para desatar un abrazo interminable entre sus compañeros y ante la mirada de los hinchas argentinos. Un puñado de segundos después llegó el segundo tanto, esta vez de Felipe Caicedo, como para prolongar la diferencia y ponerle punto final al partido.
No hay nada para reprochar, ni la victoria ni el marcador. Ecuador, con un juego para aplaudir de pie, sorprendió a Argentina, que tuvo que ver cómo le ganaban en su propia casa y con justicia. El camino al Mundial de Rusia 2018 empezó ayer con un resultado histórico.