A la sorpresa de un torneo interesante, el agregado de dos retornos con gloria. Carlos Tévez volvió a Boca y regaló lo mejor del fútbol xeneize . Fernando Cavenaghi salió del ostracismo al que las sequías condenan a los goleadores, esta vez protegido por sus compañeros, entusiastas de la presión y la verticalidad.
Carlitos Pueblo retornaba de un olvido de casi once años y el fenomenal Cavegol del ostracismo al que las sequías condenan a los goleadores. Tevez fue el alma de la tarde soleada de La Bombonera y el ariete de River iluminó la noche de Rafaela con sus cuatro goles que pudieron ser más.
Tevez acompañó a todos sus compañeros con su temple sacrificado y calentó las manos friolentas en toda La Bombonera con varias jugadas y remates que encendieron algo más que una victoria. Más bien, convocó a la esperanza. Y el goleador millonario fue protegido en su afortunado partido en la cancha de Rafaela, por varios muchachos, la mayoría de ellos muy jóvenes, que se mostraron entusiastas de la precisión y la verticalidad.
Sábado de superacción
Los dos equipos pasaron por tramos de relativa complejidad, pero siempre hubo certezas de la victoria final, después de la facilidad con la que se hicieron de dos goles de ventaja. Tanto Quilmes como Atlético Rafaela, descontaron y pusieron una presión inesperada que en el caso de los de Nuñez duró bien poco, pero en el de los xeneizes se extendió hasta el instante final del partido. Boca mereció ganar al menos por 4 a 1, pero lçsólo lo hizo por 2 a 1. Y River exageró la diferencia hasta un demoledor 5 a 1, cuando los defensores del equipo rafaelino conducido, paradójicamente, por el jefe Leonardo Astrada, perdieron el pudor y se soltaron, como quien ahogándose, suelta el tronco que lo sostenía.
El martes de la Copa Libertadores entró definitivamente en la tarde del sábado cuando Boca sintió que si gana el torneo local salva la ropa y River advirtió el reaseguro que significa seguir prendido, por si falla lo de su aventura continental. El partido que se disputará mañana por la noche en Asunción es crucial a la mirada de los simpatizantes.
La notable figura de Tevez solamente salió del haz de luz cuando Calleri improvisó una definición genial para convertir el segundo gol del equipo dirigido por el Vasco Arruabarena. Ahí, el dios futbolero hizo justicia, porque un instante atrás, el mismísimo delantero de Boca, que podía rematar al arco, se la quiso pasar a Tevez. El tipo fue generoso, porque viendo cómo venía la tarde, quiso ofrecerle a Carlitos lo único que le faltaba para afirmar como extraordinario su retorno con gloria. El pase dio un rebote y Calleri, viendo que si acomodaba el cuerpo para darle directamente a la pelota perdía un tiempo valiosísimo, metió una rabona que pareció un homenaje más a Diego. A Maradona sí, que era el jugador número doce desde su palco.
Tarde superclásica
Fueron dos partidos atractivos en los que lo colectivo y lo individual funcionaron a su tiempo y les permitieron a los hinchas, de unos y otros, colegir actuaciones de sostenida expectativa hasta el final.
Boca superó otra vez la línea de San Lorenzo en ese cabeza a cabeza que vienen sosteniendo con los Gauchos de Boedo en el campeonato local. Y River permaneció en el podio de los sueños. Arrimaron Racing y Lanús, mientras que Belgrano, aquel barco pirata desvencijado y a la deriva de otros tiempos, ahora parece un transatlántico con música a bordo, y mucho de ese cambio se debe a la paciencia que le tuvieron a Ricardo Zielinsky en tiempos magros y a su generosa y sapiente mano en el equipo. Y en esa fría tarde de sábado, Tevez se quedó en lo más alto de un fútbol que, contra todos los pronósticos, suele esquivar la mediocridad.