En Uruguay, en tiempos de la dictadura, fui prohibido, estuve preso, y me fui.
Después de la dictadura, fui uno de los rostros más visibles de la campaña del Frente Amplio en 1999 y me costó una ruptura aún vigente con la derecha uruguaya. Tabaré Vázquez me ofreció en el 2003 la conducción del SODRE (Servicio Oficial de Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos) de Montevideo.
En la película «Mundialito» que recoge las vivencias del torneo más importante vivido en Uruguay desde 1930, hay un trato generoso sobre mi participación.
Esta es la primera de cinco notas sobre episodios kafkianos de mi vida profesional.
En un libro de reciente aparición se me dedica un capítulo. Es sobre los Kirchner, pero caí en la volteada. Allí se toma una nota de un periodista uruguayo que construye una idea bien distinta de la realidad.
Imagine el lector a un relator deportivo importante, y figura conocida de la televisión (piensen en uno cualquiera de la Argentina, para verlo mejor) que fuese prohibido en tiempos de dictadura sin la anuencia o la participación directa del gobierno de facto. Es absolutamente imposible que una decisión de esa naturaleza no sea consensuada previamente con el gobierno. Lo sabíamos todos, pero era necesario actuar, a favor de una opinión pública escandalizada, haciéndonos los despistados.
Todos los dirigentes de la AUF (Asociación Uruguaya de Fútbol) renunciaron cuando las autoridades nacionales de entonces ordenaron levantar la medida. Se sintieron traicionados. Esto ocurrió en agosto de 1978, después de dos advertencias que se me habían hecho por algunos dichos en la radio. Levedades, descriptas en la primera nota de TELAM, que ustedes pueden buscar en esta pagina. Pero no dejaban pasar una.
Un año y medio mas tarde, en marzo del ’80, participé de una pelea en un partido de fútbol de salón de los que jugábamos sesenta (si, sesenta) por año. En cualquier lado y contra el que fuera.
Habíamos ganado un torneo grande en fútbol de salón, (final memorable contra el diario El Día, equipo célebre de entonces), y además estaba el equipo de once; el nuestro, y el que yo formaba con profesionales para hacer beneficios en el resto del país. Peleas hubo siempre (una vez hubo que parar un partido con un equipo de militares porque se corría el riesgo de quedar todos presos). Pero sospechamos siempre, y con buenos fundamentos que aquella fue armada. Una vieja factura por la nota posterior al levantamiento de la prohibición del 78.
Me había ido a Europa, adelantándome a la selección Uruguaya que iba de gira.
Estaba cenando en la casa de mi amigo Antonio Pérez Uría, en su exilio en Zootermeer (Holanda), con su familia y otros tupamaros. Allí supe que me amenazaban con buscarme con INTERPOL. El abogado de la radio, el Dr. Alexis Restainoch, me buscaba generosamente por todas partes hasta que mi mujer le dio el teléfono de Antonio donde pasaba la espera.
Y me volví. Me llevaron desde el mismo aeropuerto de Carrasco, preso por casi 30 días.
Allí fueron a verme Adrián Paenza y Fernando Niembro. Viendo mi angustia e indefensión me preguntaron si podían gestionarme un contrato en Buenos Aires.
Fue en la Cárcel Central de Montevideo donde decidí irme del país.
Y lo hice ocho meses después, tras el Mundialito de diciembre y enero.
Le escribí en estos días a Rafael Michellini, el hijo de Zelmar, asesinado en Buenos Aires.
Me gustaría someterme a un tribunal ético del Frente Amplio, aún si parece ilógico que fuera una de las caras mas fuertes de la campaña publicitaria del 99, y que mas tarde Tabaré me ofreciese un cargo importante en el gobierno en el 2003.
No quisiera dejar mi biografía en manos de cualquiera. Esta página, mi trinchera, tiene esa finalidad. El que quiera conocer la verdad de estos años tan particulares que debo afrontar, que pueda cotejarla con la mía. Y que tenga a mano las pruebas necesarias.
Es verdad que ni al Pepe respetan
Un amigo me dice que si hace poco al Pepe Mujica un imbécil le gritó que había sido útil a la dictadura, y hasta ofrecía argumentos, lo mío es un exceso de sensibilidad.
Pero el Pepe es Zitarrosa. En mi caso, luchar contra percepciones armadas por los medios mas poderosos y la colaboración ya conocida de periodistas con nombre, es una forma de estar vivo. No les daré el brazo a torcer. Poder y plata, puestos en la vereda de enfrente exaltan mi condición de hombre que sin poderes de ninguna clase detrás, los pelea.
Víctor Hugo