No sólo los fondos buitre, los kelpers, la Fragata Libertad, alinean a un sector de la prensa contra los propios intereses nacionales. Declaraciones de Alejandro Sabella, austeras, moderadas, respetuosas, han sido el detonante de una guerra que ya provocó en la tapa de algún diario dominante títulos infectados por el virus de la mala onda.
Con tal de verlo caer a Sabella e impedir, si fuera posible, que una buena actuación del seleccionado influya sobre el humor social, las patrañas serán parte del equipaje en la partida de la Selección.
Sabella dijo lo que piensa en circunstancias que sólo por cobardía podría callar. Los quesaben del miedo que suponen inspirar no perdonaron el desafío. Sabella debería saber que hay cosas que no se dicen, piensan ellos. La nota de los muchachos de La Garganta Poderosa no merecía de ninguna manera que el técnico de la Selección esquivara el bulto y se fuera a baraja con esa historia personal de militancia y compromiso que evidentemente es parte de su vida.
Pero la muchachada hegemónica no perdona. Un día lo toleran a Sabella. Al otro día se desmadra algún otro, y la disciplina establecida se pierde. Han trabajado arduamente en hacerle conocer las terribles represalias a todo el ambiente periodístico. Casi nadie se mete con ellos porque se sabe que ellos son implacables. Y va Sabella y se anima a mojarles la oreja, a desafiarlos, creen ellos. Es evidente que no era la intención del técnico. Pero es un tipo honesto. Y si concede una entrevista a muchachos jugados y perseverantes, sabe que la hipocresía es un pecado. Esconderse da vergüenza. Y dijo lo que dijo.
Ahí debía terminar todo. Pero ellos hacen tronar siempre el escarmiento. Sin disimular nada. A lo bestia. Bien matones, bien mafiosos. Así que si para acomodarlo a Sabella cae la propia Selección argentina, mala suerte.
En tapa ya ofrecieron una muestra de lo que vendrá cuando hablaron de la bronca del plantel por el apartamiento de Banega. División, broncas internas, desconformidades, recelos, y cuanto se le parezca, fueron los misiles lanzados hacia la plaza del seleccionado. Lo que viene será hartante. En cada mención de Sabella, una estocada, una mención desdorosa, un señalamiento ocioso. Salvo victorias muy claras al principio y llegar muy, muy alto, puede aliviar la mochila de Sabella.
La paz del seleccionado será perturbada en cuanto les sea posible. Si alguien les dice que no deberían ser capaces de tanta infamia, ellos responderán que el técnico se la buscó ¿Para qué se mete?¿No sabe cómo viene la mano? Pensá para vos, si querés, pero no lo digas. Y si tirás la primera pedrada, después bancatelá. Tienen oficio de sobra para hacer daño. Y lo harán, en el día a día, en el balance, cuando cuenten la historia. Y como, entre ellos, nadie pone un poco de decoro, la Selección viaja al Mundial con algunos enemigos en el vientre de la ilusión de millones. Sin embargo, Di María, Messi, el Kun, pueden exorcizar el daño. El equipo es bueno y la inteligencia de Sabella potencia lo positivo, disimulando las flaquezas naturales en equipos que se piensan ofensivos. Este cronista imagina a la Argentina entre los cuatro mejores el Mundial. Acaso porque alguna vez les tiene que ir bien a los buenos, no solamente en las películas, sino también en la vida real.