La vida es así,no sólo el fútbol…Los diarios de este domingo hubieran masacrado a Falcioni.River hacía años que no le llegaba tanto a ningún adversario como en el segundo tiempo de Mar del Plata, y llevaba casi dos años en los que no lucía tan de Primera. Las ventajas ofrecidas por Boca con ese andar dubitativo del final, si las daba Falcioni, lo lapidaban. El paso atrás, el planteo de contra, la modestia de las ambiciones ofensivas de los xeneizes, hoy se estaría pagando a precio de renuncia por don Julio César. La diferencia es que Bianchi tiene otro crédito y por cierto que ganado en buena ley. Pero el asunto pasa por el carisma, esa combinación de factores inteligentes y estúpidos en calidad de cóctel equilibrador, que hace a la misma película buena o mala según la vara con la que se la mide.
Los bonos en alza de Ramón y el crédito de Bianchi
El primer ganador es Bianchi entonces, porque no necesitó el triunfo o jugar bien el clásico más esperado de los últimos tiempos para irse a dormir tranquilo. Ramón Díaz, al apagar la luz y con ella el dibujo de su sonrisa socarrona, tenía una pregunta que no pudo responder la almohada: ¿sucedió o lo soñé?
El partido de River, en efecto, pareció perfecto después del otra vez sopa al que parecían condenarlo dos jugadas iniciales de su rival. Un cabezazo de Santiago Silva y una jugada mano a mano con Barovero, como consecuencia de un riquelmiano pase de Paredes, le dieron a Boca cotización de dólar blue: prometer para después caer.
Un renglón para el 10 xeneize: dejando constancia de que tiene alguna exclusividad en vidriera, va a tener que poner algo más para que sea negocio. Quizás, en el inicio de la temporada, cuidó la mejor mercadería, una idea comprobable sólo cuando se esté en el pico de la estación futbolera.
Volviendo al partido, lo mencionado fue todo. De Boca,de Paredes y de Silva, no hubo más noticias de trascendencia y River empezó a notar que sus bonos rendían bien. Es cierto que venían de un piso que más abajo imposible, pero poco a poco se ganó la confianza de los que invierten ilusiones.
Desde el primer minuto del segundo tiempo River mereció la victoria. Y el banderazo de la tribuna norte se hizo sentir sin parar el resto de la noche.Rodrigo Mora que a veces desconcierta pero juega bien en serio, se convirtió en una pesadilla y después del primer gol, era esperable el tercero. El dominio fue cabal y Boca pareció un boxeador que busca las cuerdas y un poco de aire para llegar al rincón en pie. Dos a cero no es nocaut, pero por puntos River se llevó la mejor opinión de cualquier jurado.
Peros, los que quiera el lector.Que si Silva metía la del pase de Paredes, se le daba a Boca un Bianchi “de cosecha”, ese del equipo inteligente que sabe manejar las circunstancias y otro gallo pudo cantar. Es verdad. Pero los comentarios se hacen los lunes y se elude bastante lo que pudo ser.
Son emociones lindas que no cambian la vida, pero la hacen más llevadera. River amarrado mucho tiempo a un puerto extraño que nada tenía que ver con su historia, retornó a las grandes ligas. El salto de Mora para meterla de cabeza, y su despiadado remate del segundo gol, la fluidez inesperada de su juego, le permitieron volver con aires de Fragata que de pronto aparece allá a lo lejos y provoca lágrimas. Ramón Díaz se supo poner el traje de capitán y saludó a la multitud.
Un barco y un par de goles, fueron las mejores sonrisas del verano.
Víctor Hugo