El periodismo que la familia de Luis Alberto Spinetta calificó de buitre tuvo un capítulo protagonizado, no sólo por Perfil, sino también por La Nación.
La cuestión ética fue zanjada por un editorialista de este diario con una justificación explícita de lo actuado por la revista Caras.
“Llegar a ser una celebridad tiene infinitas ventajas (gozar de la estima pública…así que garpá por todos los que la miramos de afuera…, recibir invitaciones y regalos, la posibilidad de ganar dinero en cantidad, viajar…guacho, sabés lo que te envidio…y hasta seducir más) y una sola contra (sufrir la inhibición de la propia privacidad)… ¿Qué te puedo cobrar por eso?”
“Quien se deja iluminar voluntariamente por los potentes reflectores de la…atenti a la frase, la construcción, la metáfora…fama sabe que ese «pacto con el diablo» (jugar y exponer la propia vanidad,…que vengo a ser yo, para eso tengo Caras…de alguna manera, lo eso «se paga» en una relación exactamente proporcional…está calculado eso, es matemático… al impacto y consideración que produzca en la opinión pública. Podría decirse… tal impacto ,tal hijaputez, ¿Entendés?… que se trata de un «impuesto» natural (y universal) a la vanidad. Bastante…y lo vas a pagaaaaaar,vanidoso…oneroso, por cierto, especialmente cuando las noticias por comunicar…frase sin paréntesis, anoto…(o que se pretenden esconder) no son las mejores…no me vas a esconder que estás enfermo, sos famoso…
«Ser objeto obsesivo de paparazis y del fisgoneo constante del público… objeto obsesivo, ¿No será? ¿Sos objeto de los obsesivos?… es algo inevitable, más para aquellos que, paradójicamente, mantienen una…paradójicamente(¿Qué pasó?¿No va con paréntesis?)…relación histérica de amor-odio con los medios…Vos te la buscás, bancatelá, histérico.
A mí también me da envidia que con tan poco alguien llegue a un lugar tan importante de un diario.
A veces me pregunto si los capos y las estrellas de un medio se niegan al trabajo sucio y ascienden a quienes pueden designar la infamia por su nombre.
Ciertos trabajitos son para seres que vislumbran como inferiores. Se equivocan, están despreciandio el talento que la mediocridad tiene para impulsarse a ciertas alturas.
Lo que quizás no sea adecuado es designarlos para que den la pauta de la ética de un medio.
Víctor Hugo