Para Víctor Hugo, lo de Teo Gutiérrez fue una «novela»

El relator aseguró que «el colombiano perdió un penal, pero luego hizo el gol del triunfo y se fue ovacionado. Los empates de Central y Boca dejan al Millonario otra vez en carrera».

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«La novela de Teo en un domingo que fue de River»

En la tardecita del Monumental, a los 18 minutos del primer tiempo empezó un clip musical que se convirtió en la nota más alta de la jornada. La historia se inició con un centro estupendo de Agusto Solari que Teo Gutiérrez recibió detrás del zaguero Leonel Galeano, poniendo el pecho a lo Francescoli. Cuando la bajó, era casi gol y al hacer el movimiento de su pierna derecha, el defensor del equipo mendocino le trabó el pie, cometiendo penal. Teo dijo: “Lo pateo yo.” Y a nadie se le ocurrió discutirle la decisión porque el penal se lo cometieron a él, porque es Teo y fundamentalmente por la necesidad que el colombiano tenía de meter un gol. Así que, efectivamente, lo pateó Teo.

Y el arquero Gabriel Moyano, lungo y sereno, aprovechó la semana fatal de la estrella millonaria y le atajó el penal. Algunos deben haber pensado que la hinchada de River no sabría perdonar a Teo. Pero la vida te da sorpresas. El estadio entero comenzó a cantar olé oleeé, Te-o, Te-o. Unánime y generosa, la parcialidad entendió que hacía falta no el espíritu crítico, sino la grandeza de la comprensión y el aliento.

 

«Los empates de los de arriba le dieron un picante especial a un torneo que recién empieza, que les permite a River y a Independiente volver a colarse en la lucha y que apunta a ser muy emocionante».

 

Un clip musical de tres minutos de canto popular. El premio llegó a los tres minutos y sería para todos, pero especialmente para Teo.

Recibió la pelota en la mitad de la cancha con los rivales retornando y puso un pase al área para Augusto Solari que acompaño de diez, en el apuro que se había generado. El menor del clan de extraordinarios futbolistas rosarinos tiró centro y el Pity Martínez, de cabeza, obligó al arquero Moyano a dar un rebote corto. ¿Quién llegaría a la carrera, por el medio para meter el gol?

Aunque no lo hubiera visto el lector, sabría que fue Teo el que tocó corto para convertir lo que sería el único gol del partido. Ese clip de voces e imágenes emocionantes sería lo mejor de la tarde.

Antes y después transcurrió un partido mucho más forzado de lo imaginable si se considera que ambos equipos juegan bien. River ganó bien, jugó bien, pero lució muy poco. Godoy Cruz hasta con diez estuvo digno, firme, luchador, pero fue inferior once contra once, y más cuando se quedó con diez por la expulsión de su centro delantero Leonardo Fernández. River mereció siempre el segundo gol, pero no llegó casi nunca con la claridad necesaria. Consumieron minutos tensos por el resultado indefinido, pero la gracia, el fútbol, no volvería nunca después de aquella jugada estupenda que terminó en penal y la otra del gol descripto.

El público se fue aliviado, comprensivo, pero sabe que algo alejó a River de los brillos de 2014. Solamente lo recuperó ayer la decisión de anticipar y jugar el partido en el campo adversario, pero adoleció de profundidad, anunció sus ideas en cada pase, olvidó la sorpresa.

Ganó tres puntos que tienen valor por el tropiezo de Central y aunque todavía faltaba Boca, ya se reinstalaba en la cartelera de los candidatos.

Y se dio lo que ellos esperaban. Luego, la medianoche reflejaría el empate del Xeneize ante el esforzadísimo San Martín. Como una uva madura caía en Núñez la buena noticia de la igualdad que los sanjuaninos le arrancaron al equipo del Vasco Arruabarena. Absolutamente justificada división de puntos que si este periodista se ubica en un sitio de exigencia, debería decir que el local estuvo más cerca de destronar al conjunto de La Ribera. Y que algunos fallas al menos discutibles de Patricio Loustau y la imprudente salida de Agustín Orion que frenó violentamente la ocasión que gestaba del oriental Carlos Bueno, impidieron ese desnivel.

Boca no fue el que venía siendo, con hambruna, con potencia desbordada, con buen juego y nombres rutilantes. Esta vez Boca fue un equipo del común, que tuvo la ocasión de marcar una diferencia bien temprano cuando Daniel Osvaldo marcó con categoría un penal, pero que dejó crecer a un rival que sabe moverse con acierto en espacios reducidos.

Los empates de los de arriba le dieron un picante especial a un torneo que recién empieza, que les permite a River y a Independiente volver a colarse en la lucha y que apunta a ser muy emocionante.