En la final de la Copa Sudamericana se jugó en alto nivel y River fue un ganador indiscutido. Los dirigidos por Marcelo Gallardo merecían celebrar el título.
Y se hizo justicia. El gran River del 2014 se quedó con un título en un torneo que estuvo peleando arduamente. En una batalla que lo pudo dejar sin nada en ese lapso en que parecía que el físico ya no respondía, River salió adelante con mucha valentía. River tuvo un primer tiempo con grandes luces y en el segundo mostró la fiereza que tenía que imponer como local para ganar el partido.
La fiereza necesaria en toda competencia internacional. River suma una estrella en una brillante temporada, porque este semestre, el primero de Marcelo Gallardo como entrenador del club de Núñez, no merecía una frustración y quedarse sin el trofeo hubiera sido una injusticia muy grande para todo lo que el equipo del Muñeco propone.
Fue una excelente final, no hay que reprocharle nada a su rival, a Atlético Nacional de Medelln, el equipo colombiano que recién sobre el final mostró la impotencia propia de un equipo que sabía que la copa se quedaba en Argentina. Fue un primer tiempo de un fútbol que no dio tregua, en el que no hubo espacio para el brillo, pero que derrochó adrenalina a raudales. Cada minuto estuvo lleno de impulsos ofensivos, con mucho riesgo en los dos arcos y con Marcelo Barovero y Franco Armani que frenaron hazañas, sobre todo después de los remates de Edwin Cardona en el conjunto colombiano y de Teófilo Gutiérrez en River. Ambos arqueros fueron las figuras descollantes de esa primera mitad. Al margen de lo que fueron los arqueros, un párrafo aparte se merece Leonardo Ponzio, una figura relevante que marcó el ritmo de River, que se convirtió en el patrón del terreno de juego y que recibió una justa ovación cuando fue reemplazado por Kranevitter. No hubo fracasos en ninguno de los dos equipos: todos rindieron a nivel individual y colectivo y jugaron una final que quedará en la historia. Construyeron una gran final, porque no siempre estos acontecimientos continentales tienen una categoría como la que ofrecieron los 90 minutos en el Monumental. Los hinchas de River, con los brazos abiertos y con los cuerpos desnudos, aún con el frío de la noche de Núñez, celebraron con una felicidad absoluta. La misma celebración que seguramente se escuchó y percibió a lo largo de todos los rincones del país.
Ahora todo para River será más sencillo, incluso que Racing, que tiene match point en el torneo local, se pueda quedar con el título el próximo domingo en Avellaneda. Este triunfo, tan esperado y tan festejado por la gente y los jugadores dentro de la cancha, le da justicia a un River que merecía tener por lo menos una celebración. A River siempre se le exige y River, de la mano del Muñeco Gallardo, volvió a hacer soñar a los simpatizantes millonarios, que vuelven a ver a un equipo que salió campeón con el juego que históricamente los caracterizó. Un equipo que se reconcilia con lo mejor del pasado riverplatense. Con un título que lo acerca a sus páginas más gloriosas.
Gallardo armó un plantel con lo que le dejaron a mano. Porque no hay que olvidar que el técnico no recibió casi refuerzos. Con lo que tenía a mano se las arregló, plasmó una idea futbolística y los jugadores le terminaron dando una gran respuesta, tanto en lo técnico, como en lo individual y en lo físico. Por más que muchos observaron como las baterías de energía llegaban en baja después de un semestre infernal. Anoche quedó en claro que River corre, y cuando corre termina aplastando a los rivales: se los lleva por delante. Los termina envolviendo en su vértigo y con el talento de sus jugadores termina liquidando.
Ayer, después del gol de Germán Pezzella, no hubo partido y River casi convierte alguno más. Y no le hubiera quedado mal al desempeño de este River en la Copa Sudamericana, donde siempre se mostró con la altura futbolística necesaria para una competencia internancional.
Los brazos abiertos de los hinchas celebran la gloria de River, esa que se hizo esperar 17 años. River vuelve a alzar una copa continental. River vuelve a sonreír en un 2014 que no para de darle alegrías. Fue una noche monumental, una noche coreada. Una noche inolvidable para todos los hinchas de River.