Lo habíamos anhelado hace un año: que los cinco equipos más populares de la Argentina tuvieran un real protagonismo. Y lo tuvieron con un alto nivel. Es más, en pocos días tres de ellos pueden coronarse en los campeonatos que disputan.
La media tarde gris del domingo acentuaba las ausencias de Racing y River. Aun si había cinco clasificaciones en juego para el año próximo, cinco ascensos con Juan Román Riquelme incluido, el interés era opacado como los colores del día después de la lluvia. Una semana más habría que esperar para que la gran emoción retornara a un día que sin ella parece vacío.
Sin ese atractivo de la definición, la jornada invitaba al balance. En los archivos puede encontrarse el plan del cronista para el año que termina. Y lo mejor era la promesa de un retorno por todo lo alto de los más grandes. Aspiración que tuvo una respuesta tal que, bien puede decirse, fue la temporada más exitosa de los últimos años para ellos. River ganó el primer torneo del año, San Lorenzo obtuvo su tan ansiada Copa Libertadores y ahora en una semana, en los próximos días, podría suceder que River se quede con la Copa Sudamericana, Racing –o los propios Millonarios– con el segundo campeonato local del 2015 y San Lorenzo el trofeo Intercontinental. Y para completar el panorama auspicioso de los equipos grandes cabe meter en la consigna a Independiente y Boca, que se quedaron con las manos vacías, pero sin que predominen los reproches. Los Rojos defraudaron el sábado, pero es lo que suele ocurrir cuando alguien se queda sin una ilusión que vino acariciando mucho tiempo. El cuatro a cero que le aplicó Belgrano contó con la complicidad del desánimo de los jugadores de Jorge Almirón. Sin ilusión, sin algo para ganar, el fútbol se juega con una mochila muy pesada en la espalda. Y eso le pasó al elenco de Avellaneda.
Y Boca, por su parte, como se iluminó bastante después de lo esperable, termina entre los primeros del torneo y fue semifinalista de la Sudamericana. Es el primero de los campeonatos, desde que existe el Fútbol para Todos, en el que la democracia fue de la élite y no de todos, si bien ahí está Lanús para refutar tal aseveración. El Granate de los mellizos Barros Schelotto dio pelea de la buena durante todo el desarrollo.
En una carrera de bicicletas, se diría que hizo el gasto, que fue chupando rueda del puntero, y que se quedó al final mientras se rebuscaban los que no se habían hecho notar. Que vienen a ser los de Racing. Los Académicos entraron como un amante furtivo, en puntas de pie y ahí están, a una semana de una alegría a la que le temen, porque los tipos están que se mueren con esta historia. Aunque está muy claro que los hinchas de Racing no se soportan ni a ellos mismos. Ponen la cara de circunstancia cuando hablan en el trabajo o en la mesa, pero la cabeza la tienen en otra parte. Pestañean y ven un estadio celeste y blanco, se imaginan pibes que colgados de un globo se pierden en el ciclo de los mismos colores del domingo que viene.
El fútbol argentino saca de todo esto una ventaja importante, que es la aceptación de la masa, la cual suele negar sus facultades. Cuando los cinco grandes andan bien, el 80 por ciento de la gente ha tenido motivos para celebrar el fútbol. Es lo que sucede este año. El mismo torneo, con la misma cantidad de goles y de encuentros atractivos, pero con Lanús, Estudiantes, Tigre y Vélez, por ejemplo, en los primeros lugares, tendría más dificultades en ser aceptado como este torneo. Es injusto, pero es así.
El humor social consagra a este campeonato como lo mejor que han visto en años. Puede que así sea. Este relator se cansó de trabajar con buenos partidos. La frutilla del domingo, las emociones de la radio y la televisión que serán ofrecidas a todo el país, la tensión de estos días, fomentan el epílogo merecido para una buena campaña.
Por lo tanto, es bueno firmar este comentario, cuando todavía falta lo mejor.