Hace unos días salió una nota de Pepe Eliaschev muy favorable a Magnetto y durísima conmigo.
No la leí. No leo nada que me haga daño. Cuando me preguntan cómo resisto, me doy cuenta de que el ataque es peor de lo que sospecho. Pero no me tiento.
Desde que hablé por la Ley de Medios en la audiencia de Diputados del 11 de septiembre de 2009 y hasta estos días, se acumularon más de mil páginas solo de Clarín, La Nación y Perfil.
Falta agregar sus diarios en el interior, los programas de TV, de radio, las notas sueltas en otro medios. Mil páginas, matándome. ¿Se imaginan el efecto en mi persona de haberlas leído?
¿Cuánto dolor, cuanta rabia, cuanta impotencia hubiera sentido? La persecución política ha sido feroz. Ninguna de las personas o medios que me han agredido de todas las maneras había escrito o manifestado, jamás, una sola palabra en contra de mi persona.
En el peor de los casos fui ninguneado por Clarín durante 20 años. Sencillamente no existí.
Con Pepe tuve siempre una correcta relación. Aunque escucho poca radio, recuerdo algún editorial de los tiempos de Del Plata y en ese entonces firmé que era un gran profesional de los medios. Con una construcción infrecuente del discurso.
Así que, dolido por el tiempo que llevaba sin trabajar en radio, intenté conectarlo a Continental. Nos reunimos más de una vez, hasta en mi casa. Y no quedo capo con el que no hablara.
Me parecía que debía tener un lugar en el horario de la tarde o los fines de semana.
Lo creía bueno para él y para la radio.
Se llegó a tal nivel de pesadez de mi parte que un ex director de radio Continental llamado Rafael Manzano (citado en su mail) se cruzaba conmigo y me decía «estoy en lo del Pepe, estoy con eso» con su español acento.
Se advierte por lo que escribe que yo volví al tema y mencione su salida de Radio Nacional que, pensaba yo, tenía una connotación política. Había sido en el 2006, si mal no recuerdo.
Mayo del 2010.Ya estaba en marcha la ley de Medios y era una realidad el Fútbol para Todos. Pero respaldaba su protesta, por lo que se lee en los correos, pese a las coincidencias con el gobierno en esos temas en los que siempre estuve muy jugado.
Estos e mails son útiles porque echan un poco de luz sobre quienes dejaron de lado las relaciones personales a causa de lo que se vive estos años. Mucho se habla del odio, de la división. Pero el tema viene siempre del mismo lado. Me encanta tener amigos con los que disiento. En “La Mañana”, está muy claro que la mayoría discrepa con mis puntos de vista, fatalmente ligados a una lucha estéril contra la mafia de los medios.
Es bueno y noble para el espíritu la relación cordial con quien se discrepa. La ironía respetuosa, la chicana humorística, de a ratos la charla seria, la buena discusión, nos hacen bien. Nos mantienen lucidos y en conocimiento de la argumentación de quienes piensan distinto. Si a uno no se le va la mano, es un buen código de convivencia.
Puedo jurar que a nadie deje de tratar por sus ideas.
Ha sido la gente del lado Magnetto de la vida la que no ha resistido mantener una buena relación.
A veces uno se entera de que hay gente que no es querida ni por sus hijos, pero la trata. ¿Cómo, entonces, hay quienes no soportan al que piensa distinto?
Sé que Pepe me da duro desde hace tiempo. Todos parecen descubrir el yeite de lo que agrada a Magnetto. Alla él. No le guardo ni rencor.
No quiero recorrer un camino agresivo. La pelea no es con Eliaschev. Insisto en que nosotros(los periodistas) somos hojitas llevadas por el viento.
Los gobiernos se pueden cambiar.
El que siempre está es “Magnetto”. El poder que representa.
Cuando Eliaschev y yo seamos nada, una nota suelta por la misa que hacen nuestros familiares o una cita en un curso de comunicación, Magnetto seguirá vivo aunque esté tan muerto como nosotros.
Magnetto no es sólo ese hombre que somete por las buenas o por las malas que puede con gobiernos y jueces que designa ministros y Presidentes, o los voltea.
Magnetto es el rostro del Monstruo creado por la combinación de capitalismo, corporaciones, liberalismo.
El capitalismo puede ser más humano, al menos lo fue mientras tenía la vereda de enfrente del comunismo.
Las corporaciones se pueden controlar un poco más con la decisión de gobiernos fuertes y líderes valientes.
El liberalismo se puede acotar en su influencia como ha sucedido en estos años en América Latina.
Pero juntos son la Santísima Trinidad del Diablo.
En ese altar no pongo las rodillas.
Víctor Hugo