Tuve el primer ejemplar en el ´87 cuando hacía Desayuno en Canal 13, así que fui testigo de la primera salida. Me quedé muy impactado, le tomé cariño. Después lo seguí fanáticamente durante los noventa: era un alivio, un bálsamo en medio de todo lo que estaba pasando en aquel tiempo. Rompí relaciones cuando creí que era también de Clarín. Estuve unos años sin leerlo, porque había dejado todos los productos del Grupo. Pero en los tres últimos años entiendo que, si me falta, me falta algo de lo que necesito para vivir.