Con la mira en el valor cultural del fútbol, Víctor Hugo Morales arremete contra el negocio de su televisación.
Por Julián Ferreyra
“La televisión de Avila tiene una única tendencia, que es ganar ella sola», dice Víctor Hugo Morales, y es consciente de lo que dice. No es una frase que se escapa en medio del ida y vuelta del reportaje, ni el fruto de un impulso del momento (…) Víctor Hugo identifica a Carlos Ávila como el corazón del imperio que maneja el negocio del fútbol por televisión y embiste contra él con una convicción que sólo puede haber nacido durante largas reflexiones. El tema lo obsesiona y se ha transformado en una cruzada personal: se le nota en los ojos.
Hace casi diez años que viene luchando por desatar los nudos de intereses que ligan el fútbol y la televisión, a la AFA y a Torneos y Competencias y sus aliados mediáticos. El modo de televisación de las eliminatorias es, para él, un `negociado enfermo de trampas´ que se suma a muchos otros. Es la gota que rebalsa el vaso.
A pocos días de la segunda emisión codificada de un partido de la selección nacional por las eliminatorias -Argentina-Bolivia, el domingo, a las 15- se sentó con La Nación Tevé a conversar sobre esta modalidad de transmisión, de la que ha sido uno de los principales opositores.
Víctor Hugo enseguida se interna en un discurso que, sin duda, debe repetirse como una cinta infinita en su cerebro: «Esto es un negociado hecho a espaldas de la gente, que no beneficia a la AFA ni a la gente: la gente no ve lo que tiene que ver y la AFA no hace un negocio que permita decir «con esto, nosotros cuidamos la vida del fútbol y, si bien privamos a la GENTE de algo, estamos logrando que el fútbol que ama tanto sea saludable». Se hace un negocio de decenas de millones do dólares que no le sirve a nadie, salvo a los intermediarios. Esto empezó a estar enfermo cuando firmaron el contrato hasta el 2014, lo cual les ha permitido sobre valorar a sus empresas en cientos de millones de dólares. ¿Cuánto valdría Torneos y Competencias si tuviera el fútbol hasta el año que viene y después tuviese que ir a una licitación?
– ¿Le preocupa que el consumidor tenga que pagar cinco pesos para ver a la selección o que esto no beneficie al fútbol?
VH: Me preocupa que no ganen ni el que paga los cinco pesos ni la AFA. Si la AFA realmente hiciera un negocio y pudiera públicamente dar argumentos convincentes a la propia gente del fútbol -«con esto salvamos a los clubes, con esto Racing no tiene que ser gerenciado, con esto no se funden A. B. C y D»- podríamos, por lo menos, plantear una discusión distinta. Habría un interés de la gente protegido y otro defraudado. Sería discutible también, pero me gustaría tener ese panorama, esa escena, para poder analizarla. Aquí no hay ningún interés de la gente protegido: sus clubes están en bancarrota, el fútbol en general está absolutamente empobrecido y no ve a su propia selección nacional.
– Avila dice que la televisión que el fútbol genera más dinero para el fútbol y, por lo tanto, lo beneficia.
VH: Desde la televisión ha conseguido servirse del fútbol para hacer el más extraordinario negocio de todos los tiempos en la historia de los medios de comunicación, por lo menos en la Argentina. Este operativo perverso ha dejado a la televisión con un capital cercano a los 1000 millones de dólares y a los clubes fundidos.
¿Quién defiende el interés de la gente?
VH: La Cámara de Diputados. Y veremos lo que hace la Cámara de Senadores. La investigación que se va a hacer posteriormente de los negociados del fútbol puedo hacer estallar todo por el aire. De adentro del fútbol no hay solución. Los dirigentes están atados de pies y manos. Los que tienen calidad intelectual, temen al poder de todo lo que maneja Grondona. Los que son incapaces, los que están comprados y los que son cómplices son eso: incapaces o cómplices. La trenza ya está completamente armada. Esto tiene que tener soluciones desde afuera.
– Ante el hecho consumado, ¿Con qué argumentos el Gobierno podría defender una ley para que los partidos se emitan en directo por TV abierta?
VH: Haciendo valer el bien jurídico del interés público. Esto no es un buen negocio, sino un negociado enfermo de trampas. Trampa es que lo vendan sin licitación, trampa es apuntalar más el monopolio, trampa es venderlo y no cobrarlo.
– Si la ley avanza y llega a haber un juicio, ¿el Estado tendría elementos para probar que realmente se ha actuado en contra del interés público?
VH: El Estado no necesita probar. Tiene que hacer valer la seguridad jurídica del bien público, que es que todos los ciudadanos vean un hecho que es un bien cultural de la Argentina. El fútbol no es de Grondona ni de Avila, sino de la gente. Además, si efectivamente se lesionara algún derecho, pueden hacer un juicio. El Estado no es un desvalido, no es un manco, ni es un paralítico; tiene muchas cosas para ir a investigar y preguntar de los negociados del fútbol. Yo estoy convencido, íntimamente, de que no va a haber demandas. Por eso amenazan, se enojan y hacen lobby. Si tuvieran la certeza de que van a hacer una demanda y van a ganar de todas maneras 80 millones de dólares, no hubieran armado todo ese operativo, usando los periodistas pagos que tienen dentro de los diarios y los medios de comunicación que les pertenecen y que son socios de negocio- y salidas públicas extemporáneas contra los diputados.
– La ley, ¿apunta a desarticular la estructura del negocio o es una solución coyuntural solamente por esta vez?
VH: Que la ley triunfe determinará que nunca más se pueda hacer esto. Es una ley que quedará para siempre. Además, esto va a arrastrar a toda la otra investigación. Pero hay que fijarse objetivos. No se puede ir a luchar contra el contrato del 2014 cuando tenemos una coyuntura inmediata que, por otra parte, es un eslabón de toda esta perversidad.
– ¿Cuál es el papel del fútbol en la conformación del la cultura de nuestro país?
VH: No la conforma. La tiñe, la viste, la envuelve, la modifica, la condiciona, la presiona, la anula. Todo eso es el hecho cultural del fútbol. Por eso es tan importante y no puede estar en manos tan pérfidas como en las que ha ido quedando. El fútbol es un valor que es necesario defender, pero también hay que defenderse de ese valor para que no se devore los otros, para que no se los lleve por delante. Es absolutamente inadmisible que en el proyecto cultural que el país debiera tener el cóctel explosivo de fútbol y televisión visite los hogares prácticamente todas las noches.
– ¿Habría que poner un límite, una restricción?
VH: Absolutamente. Tendría que haber un límite en la programación de la AFA. No puede ser que todas las noches haya fútbol. Hay otras sociedades que tienen fútbol más seguido, pero tienen defensas culturales más altas. En ese caso, se puede llegar a aceptar una cierta proliferación del fútbol. En una sociedad como esta, con un decaimiento terrible de la cultura, es un despropósito que este cóctel explosivo ande solo, como una entelequia, manejándose según sus gustos y sus necesidades, sin que nadie lo observe (…)
– ¿El negocio de la televisión podría ayudar a los clubes?
VH: Los clubes han sido estafados por Torneos y Competencias de la siguiente manera: Torneos compró los derechos del fútbol local para revenderlos. En el mismo momento se asoció con aquellos a los que le tenía que vender y empezaron a fijar los precios. Y, entonces, en la parte donde menos ganan es en la que están asociados con la AFA. Podría aportar el dinero para salvar a los clubes, sí no se lo quedara sola mente la televisión. Es un negocio que tendrían que manejar los clubes de manera directa, o la AFA representando verdaderamente el interés de los clubes. Pero no es posible, de ninguna manera, que hagan un buen negocio firmando un contrato hasta el 2014. Si, en cambio, éste fuera hasta el 2002, pasarían a tener la llave permanentemente y se sentarían cada vez a negociar. Esa es la tendencia mundial: a que los que ganen sean los clubes.
Defensa de la utopía:
Por momentos, Víctor Hugo Morales tiene un discurso desesperanzado, como quien contempla una batalla que ya sabe perdida. Por otros, enarbola una convicción casi romántica en que la providencia permitirá un desenlace feliz a toda esta historia.
VH: La desesperación porque ni se puede contra el monopolio está en la base -reflexiona-. Soy levemente optimista cuando veo que la gente de los poderes públicos no esta tan distraída. Pero siempre desde una certeza pesimista”
– ¿Existe un halo de utopía en su optimismo?
VH: La vida nos ha enseñado que, por ejemplo, la utopía de que se acabara la dictadura se cumplió. Hay que seguir creyendo en que las rosas no son eternas, poniendo nuestro granito de arena y ocupando trincheras. Yo tengo una trinchera cada vez más reducida, más amenazada y menos importante. A lo mejor termino solo en un pozo con una bandera. No me importaría. Siento que es lo que debo hacer.
– ¿La gente protesta menos?
VH: La gente está vencida, está agotada de muchas de sus protestas.
-¿Usted no se resigna?
VH: Tengo una visión un tanto escéptica de las cosas. Estoy como resignado, pero al mismo tiempo hay un elemento que me permite pelear. Soy como mi boxeador al que le dan trompadas por todos lados pero todavía está de pie, no murió, resiste la cuenta. Sigo peleando como puedo contra un rival inmensamente más fuerte.