Esto es lo que pensaban las editoriales dominantes hasta la disputa por la ley de medios.
Esta es una nota de la editorial Perfil en la revista Noticias.
La Nación nunca escribió una linea que no fuera laudatoria sobre mi persona.
Clarín simplemente me ignoraba.
De cómo han podido recorrer un camino tan infame más tarde, en estos cuatro años, la respuesta, si existe, es más fácil que la encuentren ustedes.
Víctor Hugo
REVISTA NOTICIAS 26 DE SEPTIEMBRE DE 2009
El hombre que más le duele a Clarín
Las verdaderas razones de su pelea a muerte con el Grupo. Ley de Medios, relación con el Gobierno y censura.
Víctor Hugo Morales (61) hace diez años que no toca un diario Clarín. Todo un símbolo. Uno de los periodistas más prestigiosos del país no lee el diario de mayor tirada y la razón que esgrime para tan extraño hábito pega de lleno en el mayor valor de cualquier medio de comunicación, donde más duele: Víctor Hugo no lee Clarín porque no le cree. Y no solo eso. Lo demoniza.
«Es el rebenque que del diablo. Porque sus negocios los hizo con un método mafioso que consiste en dar protección o castigo, según su conveniencia. Todos le tienen miedo, hasta yo le temo. Entonces, Clarín no puede juzgar la ética de nadie. No puede juzgar a un juez, ni mandar una cámara oculta porque es el primer infractor, el primero en apabullar la ética periodística».
Desde que se instaló el debate por la nueva Ley de Radiodifusión, Víctor Hugo radicalizó como nunca sus cuestionamientos hacia el Grupo Clarín tanto como dejó en claro su apoyo al proyecto que presentó el Gobierno. Incluso, a sabiendas de que se convierte en un aliado impensado para la Casa Rosada y que el poder político podría usarlo en su afán de sacar esa ley tan controvertida. Víctor Hugo, periodista intachable y relator exquisito, milita activamente para que esta norma salga y así lo plantea día a día desde su micrófono de Radio Continental.
En su renovado rol de cruzado público anti Clarín pone mucho en riesgo. Recibe a diario una catarata de mensajes de sus oyentes que le rescinden su fidelidad porque el periodista tomó una posición coincidente con la del Gobierno, algo que el admite le genera «angustia y bronca», pero que no modifica su opinión. No solo eso. Su apoyo a la nueva ley contrasta con los intereses de la propia empresa que lo tiene contratado: Radio Continental, que pertenece al Grupo Prisa y que, de sancionarse la nueva ley, debería -según admite Víctor Hugo- desprenderse de más de la mitad de los medios que adquirió en el país.
Su postura -«efervescente» como la califican compañeros de la radio, «encarnizada» como la ven desde el multimedios Clarín- lo llevó a cometer excesos como calificar a los críticos de la ley de «clarinistas» y dejar flotando en el aire la posibilidad de que estas opiniones fuesen pagas, pese a que luego admitió a que esa frase fue un exabrupto.
El periodista niega ser el antagonista del Grupo Clarín. «Sentirme su rival sería un acto de soberbia muy ilimitado porque soy menos que una pulga al lado de un elefante. Soy nada ante él», explica, con la combinación de humildad y timidez que suele mostrar cuando se lo pone en un lugar protagónico. Pero su opinión, combinada con su trayectoria, son un mix explosivo para la imagen del monopolio de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto. ¿Qué llevó a Víctor Hugo a descargar sus verdades aún a sabiendas del costo de las mismas? ¿Qué hay detrás de sus críticas?
TODO NEGATIVO: «Critico a Clarín de la misma manera que lo hago con el Gobierno, con clubes y dirigentes, porque mi trabajo es periodístico. Lo que no hice es escamotear la crítica como la mayoría de los medios por miedo a Clarín», dice Víctor Hugo y tal vez ahí está‚ el poder de fuego que tiene ante el multimedios. Morales es un periodista independiente al que solo un desvelado podría acusar de ser una voz cooptada por el oficialismo. Tiene el respeto de sus colegas -muchos de los cuales lo toman como un ejemplo en la profesión- y una trayectoria intachable. Sufrió en los ’90 la censura del Grupo Telefónica, ex dueño de Continental, por criticar los negocios del futbol como también la del gobierno de Néstor Kirchner, que levante de Canal 7 su programa «Desayuno» por su postura ante el conflicto con Uruguay por la papelera Botnia. Con su apoyo honesto a la Ley de Medios, Víctor Hugo quedó en medio de lo que para el Gobierno y el Grupo Clarín es otro round de su guerra desmedida. En el debate público de esta ley, a diferencia de lo que suceda con el conflicto del campo, no todo es blanco y negro, los grises abundan. Entre ellos, la existencia de personajes irreprochables, como los legisladores socialistas de Hermes Binner, el director de cine Juan José Campanella o el periodista Jorge Lanata, que se pararon frente al proyecto del mismo lado que el Gobierno. Entre ellos, el caso de Morales es el más doloroso para Clarín, porque es un caso extremo de un profesional independiente que siempre fue crítico de los poderes de turno. La posición anti Clarín de cualquier ministro es una medalla para el multimedios. La mirada dura del uruguayo es un filo contra el que no encuentran una adecuada respuesta.
Las críticas de Víctor Hugo hacia Clarín se endurecieron con el ingreso de la empresa en el negocio del futbol, que el Gobierno le quite hace menos de dos meses de la mano de la AFA. «La observación de lo que pasaba en el futbol me hizo ir comprendiendo que era un órgano periodístico metido en cuanto negocio era posible. Yo miré‚ el fútbol y sin darme cuenta vi a Clarín. Y los vi quedarse con todo», sintetiza.
Aunque el no lo admita abiertamente, el ahogo que le produjo Clarín a lo largo de su trayectoria periodística, quizás haya sido el disparador de una postura hoy tan radicalizada. Pero los tironeos de Víctor Hugo con el multimedios no empezaron ahora. El relator recuerda cómo ante cada comentario crítico de su viejo programa «Hablemos de futbol», en ESPN, recibía presiones o se le escatimaban imágenes que el Grupo manejaba en exclusiva. O cuando en el Canal Metro, también de la empresa, dieron marcha atrás con poner en pantalla un programa ofrecido por una productora y conducido por él. También tomó como algo personal la decisión de Torneos y Competencias de transmitir solo el audio de los partidos con imágenes de las tribunas, lo que les restó auspiciantes y audiencia a sus coberturas radiales. De esta manera, sintió que Clarín le achicaba su capacidad de movimiento laboral.
– ¿Por qué lo compara con una mafia?
– Manosearon tanto el fútbol, no pagando lo que correspondía, no permitiendo licitar, que lo dejaron en estado de postración. Los vi comprarse los canales, dejar a muchísima gente sin trabajo, generar un periodismo guarango que vive de polémicas del fútbol, armar el cable con los canales que ellos mismos iban desalojando, maniobrar, dar el futbol a un canal para fundir a otro y luego comprarlo, todo con los papeles del contrato del futbol. Y lo hicieron con un método mafioso que consiste en dar protección o castigo. Al dirigente que cacareaba un poco le mandaban periodistas que mostraban los problemas de sus clubes. Los que eran complacientes y cómplices eran protegidos. Y el primero de todos fue Julio Grondona. Durante quince años mintieron sobre quién es Grondona, que los traicionó al final, como una mueca cruel para ellos. Han tenido una perversidad, una avaricia y una ambición de lo que nadie puede ser ajeno: a Clarín le temes, le perteneces o lo odias, no hay nadie que los quiera.
– ¿Pero no es maniqueo decir que todo el que critica la Ley de Medios es «clarinista»?
– Fue una forma de contestar… si alguien piensa que puedo estar pagado por el Estado, que lo piense. Fue una respuesta con asco. Y deje picando que los que no están a favor están pagados por Clarín, lo que es un absurdo. Si, les pertenecen pero no están pagados. Y le pertenecen más sus empleados que no tienen margen para salirse del discurso de su posición dominante. Ahora, los diputados y senadores que se oponen, le pertenecen por sus miserias personales. Y alguno podría estar perfectamente pagado, porque pusieron tanta energía en decir idioteces Primero criticaban el ingreso de las telefónicas, después el plazo de revisión de las licencias cada dos años, ahora critican la autoridad de aplicación. Se quedan sin argumentos. Clarín no necesita dar platas. Le alcanza con dar protección o con la amenaza del castigo.
– ¿Le tiene miedo a Clarín?
– Si, manejo con más cuidado, mirá si atropello a una persona. Te tenés que manejar de otra manera. Le pregunto a mi contador si estoy bien con los impuestos. Porque yo sé que el día que me pase algo, mala suerte. Y soy humano y falible. Mauricio Macri, que dice ahora que el Gobierno es fascista, les tiene miedo.
– ¿Por qué lo dice?
– En un momento, Macri estaba asombrado de mis críticas y se veía bien como presidente de Boca. Habla conmigo una vez y yo le reproché por qué, estando adentro del fútbol, no se metía con Grondona. Y su respuesta fue: «Víctor Hugo, no es Grondona. Detrás de él está Clarín, ¿que querés que haga?» Esta semana lo vi en un programa de TN en una vergonzosa nota que le hacían. Está en campaña. Macri sabe que algún día le pegarán, pero necesita llegar y para eso precisa a Clarín. ¿Vos crees que Macri leyó la ley o tiene la menor idea de lo que dice? Este es solo un ejemplo, no me anima nada contra él porque con Macri tomo café, me cae mucho mejor que la mayoría de los políticos, tengo buen trato y es un tipo tolerante que me permite hasta tener este diálogo. Pero ¿con qué cara defiende a Clarín?
– ¿Qué cree que piensan sobre usted en Clarín?
– Creo que saben que soy sincero y quisieron hacerme ver las cosas como ellos la ven, porque la ven fenómeno. Me encontré con Luis Otero, un periodista del Grupo que es muy amigo mío. Y me dijo: “¿Por qué nunca pensás que Clarín es la consecuencia de una audacia empresaria que otras empresas no tuvieron? Porque muchos se pudieron largar a hacer lo que hizo el Grupo y no lo hicieron». Es verdad, La Nación no tuvo la vocación de hacerlo. Seguramente mucha gente en Clarín debe pensar así, que son producto de una genialidad empresarial. Lo que yo veo es el monstruo que crearon quizás hasta sin darse cuenta, que para mí es despreciable. Es lógico que desde adentro, no se lo vea. Y yo no los odio, no pasa por ahí. Yo lo veo por lo que me toco de cerca y por su comportamiento en el fútbol. Mi crítica a Clarín pasa por la ética periodística.
– El Gobierno puso publicidad oficial sobre la Ley de Medios en su programa. ¿Es consciente de que su apoyo es usado políticamente?
– No me interesa. No estoy a favor del Gobierno, sino que el Gobierno se puso a favor mío. Vos me encontraste en la radio preparando una nota durísima contra el Gobierno, yo sigo con lo mío. Lo lógico es que todos estén enojados con un periodista. No me importa lo que parece, quien está contento o triste, me importa que salga la ley. Clarín es el que actúa como un partido político y quizás hoy es el más importante.
– Marcelo Araujo le ofreció ser parte de las transmisiones de fútbol que ahora se hizo cargo el Estado. ¿Por qué lo rechazó?
– La gente de Canal 7 me quiere. El director del Servicio Nacional de Medios Públicos, Tristán Bauer, es amigo y el director ejecutivo Martín Bonavetti también, pero no pueden soportar las andanadas de críticas. Por eso no se mantuvo mi programa (N de la R.: «Protagonistas de la segunda Argentina», ahora por Canal 26). Ellos, aunque no me lo dijeron, no pueden pasarse todos los días atendiendo a senadores y diputados que les dicen: ¨Como este tipo que nos critica tiene un programa ahí?». Mi productor escuchó al senador oficialista Miguel Pichetto decir sobre mi, enojado: «*Y todavía le dan un programa en el 7 a este hijo de puta, somos unos cornudos!». Ahora no puedo aceptar transmitir el fútbol para que un tipo me diga: «Con razón vos protestabas». Tiene que pasar el tiempo y yo sentirme cómodo y habilitado. Mientras tenga que explicar, no lo debo hacer. Es el costo de hacer periodismo de opinión. Perdés tanto que te entrenás para perder.
No es el único costo de Víctor Hugo. Hace un mes tuvo un cólico renal que aún lo mantiene en alerta. Entonces, ironizó en la radio: «La última vez que tuve esto me echaron». Es que Continental, con una política de ajuste, despidió a algunos de sus colaboradores -Alejandro Apo, su eterno comentarista, entre ellos – e intentó limitar en su programa la cobertura del fútbol, lo que llevó al relator a ofrecer que le pagaran el contrato para dejarlo libre. Pese a que no cree que alguna radio pudiera emplearlo evalúa la posibilidad de irse a vivir a su país natal, Uruguay. El exilio antes que el silencio.