El comunicador analizó la realidad política argentina y el rol del periodismo
Desde que desembarcó en la vecina orilla, Víctor Hugo Morales se convirtió rápidamente en una de las voces emblemáticas de la radiofonía argentina y en un periodista que despertaba un amplio respeto entre la opinión pública. Ante el micrófono nunca se guardó nada. Denunció los turbios negocios del fútbol argentino y el manejo discrecional de los dirigentes de los clubes. Así, cosechó poderosos adversarios en el ambiente del fútbol pero también ganó credibilidad más allá del deporte.
Hace algunos años, Morales ingresó a la arena del periodismo político manteniendo el estilo que lo identificó en el mundo futbolero. En el siempre tormentoso y conflictivo tablero político argentino, el relator no dudó en plantar bandera en los temas que dividen a los argentinos. Incluso en los asuntos más espinosos.
La polémica surgida en torno al control del mercado de cambios que lleva adelante el gobierno de Cristina Fernández lo involucró de lleno, cuando la propia presidenta hizo suya la convocatoria que el periodista compatriota lanzó en su programa de radio de pasar voluntariamente de dólares a pesos los ahorros personales de los argentinos.
Días atrás, El Observador conversó con Morales sobre este y otros temas en la entrevista que sigue a continuación.
¿Cómo surgió la convocatoria de cambiar de dólares a pesos los ahorros y que resultados tuvo?
Fue una idea a raíz de una agresión que sufrieron periodistas de Canal 7 (por parte de manifestantes que protestaban por el control de cambios). Me pareció que era una locura la actitud de matar o poco menos por un dólar y decidí decir algo que naturalmente luego debí cumplir. Pero yo quería arrastrar a más gente, a colegas, a empresarios, a los propios funcionarios en esa decisión. Yo lo anuncié y nadie me llevó el apunte. Hasta que de repente apareció la presidente diciendo eso que dijo, y es todo lo que sé.
¿Desde qué lugar te parás para analizar la realidad política argentina en este escenario periodístico que se lo observa desde aquí como muy polarizado?
Yo no me correspondo con esa polarización en torno al gobierno. Con el gobierno tengo la relación de siempre, resaltando lo que me parece que está bien y criticando lo que me parece que está mal. La polarización en mi caso se produce entre el tipo de periodismo que tenemos, que es una situación imposible de comprender desde Uruguay donde el fenómeno argentino no tiene nada que ver. Aquí hay medios que se han quedado con lo que no correspondía en tanto medios de comunicación que han avanzado sobre otro tipo de intereses.
Entonces en lo que estamos polarizados, por los menos yo, es en el tipo de periodismo que queremos. La calidad de un periodismo realmente prescindente de las presiones y de los intereses corporativos y gubernamentales. O un periodismo que no tenga pudores ni reparos en ir sobre otro tipo de intereses y defender esos intereses con lo que llamamos periodismo. Esta es mi polarización. La que existe respecto al gobierno es una consecuencia de esa polarización, porque los medios que están objetados y con toda justicia por el abuso de la posición dominante, por ir sobre otros intereses y por lanzar a los abismos la ética periodística. Para poderse defender de esos intereses han establecido que la puja es con el gobierno.
Recientemente Lanata convocó a algunas decenas de periodistas para reclamar al gobierno que los dejen preguntar. A nivel de los periodistas en general, se sienten presionados por el gobierno, hay censura oficial hacia el trabajo de los profesionales? ¿Hay también presiones por el lado de los medios?
Por parte de los medios por supuesto que sí. Que es la verdadera presión y el verdadero límite que tienen la mayoría de los periodistas que es estar encuadrados dentro una imposibilidad de decir algo por fuera de los intereses de esa empresa. De otra manera tendríamos que entender que hay cientos de casualidades de periodistas que piensan uniformemente dentro de las empresas. Como esto es imposible que sea así, a lo que están atados es a los intereses de las empresas. A veces con gusto y otras a disgusto. Yo estoy seguro que muchísima gente que trabaja donde puede. Yo nunca me meto con los trabajadores, yo peleo contra los medios. Aún con la enorme desventaja que esto significa. Mi lucha es respecto del comportamiento de los medios.
¿Y por el lado del gobierno?
Lo que uno puede decir es que en estos momentos del lado del gobierno no hay ninguna limitación. Sino que además hay una ampliación de nuestros derechos y posibilidades. La Argentina tiene algo, que ni siquiera el Uruguay tiene, que es que no hay condena penal para los delitos de injuria y calumnia. Este logro para los periodistas es extraordinario. Lo que hay son tensiones. Vos ves que Obama le responde duro a un periodista, lo hace Lula, o lo hace el Pepe, si tu subjetividad te lleva a decir `se mete con la prensa´, lo podés decir.
Pero lo que un periodista se tiene que preguntar realmente es hasta qué punto corre riesgos por decir lo que dice. Y yo creo que en la Argentina en este momento no solo hay libertad sino que tenemos un absoluto libertinaje para decir lo que se quiera. Si miras los medios de comunicación, lo que dicen sus periodistas y lo que dicen sus coristas que son una manera de buscar una opinión muy dura, por ejemplo, si son medios contrarios al gobierno podes encontrar verdaderas cloacas en cuanto a la opinión que se entrega. Cómo decir que hay algún limite si no corres ningún riesgo, si nadie te hostiga.
Hay denuncias que señalan un maenejo disrecional de la pauta oficial…
Hay de vez en cuando tensiones. Está la pauta publicitaria. Los gobiernos deben establecer la filosofía con la que se van a desenvolver y después respetarla. Y esto ha sido un factor que el gobierno no ha llevado bien, porque como todos los gobiernos se siente tentado, pero en este caso de siente mucho más, a favorecer a medios que están más desprotegidos económicamente porque necesita que esos medios sobrevivan, porque si no se los devoran los medios poderosos que son los que se quedan con toda la pauta. La pauta publicitaria que dan los gobiernos es mínima frente a la pauta privada. Si quienes son dueños de la pauta privada, por su posición dominante, además se quedan con la mejor pauta del gobierno no hay manera que pueda existir otro tipo de periodismo. Pero esto tiene que ser dicho y esto no lo ha hecho el gobierno, por lo tanto, allí hay un déficit.
Pero de ahí a señalar que tenemos impedimentos para trabajar es una observación cargada de una tremenda injusticia, porque se puede decir cualquier cosa como los hechos lo demuestran.
¿En qué está la Ley de Medios?
Está a la espera de cuál va a ser la próxima trapisonda del Grupo Clarín. El Grupo Clarín es el cáncer moral de la Argentina. Si la Ley de Medios no domestica un poco ese poder, la Argentina es inviable desde el punto de vista de la relación real que tiene que haber entre el periodismo y la política. En ese caso el periodismo es la política si Clarín gana esta pulseada. Pero el 7 de diciembre tendrían que empezar con la desinversión o la venta de lo que les sobra, que es muchísimo, supongo que va haber alguna trapisonda legal que lo evite. Que lo deben estar preparando. Como periodista me repugnan, siento asco hasta físico por como hace lo que hacen. Pero como adversarios los respeto muchísimo porque son tremendamente poderosos. Uno es un hombre del cromañón con un cuchillo de madera contra un dinosaurio que además tiene alas. Esas es la relación de poderes entre el periodismo y la política que hay hoy en día en la Argentina.
¿Cómo manejan los periodistas esta situación?
Yo creo que hay periodistas que están convencidos o les conviene el lugar donde están y no tienen ningún reparo y ya están absolutamente jugados en esa posición. De todas maneras no me fijo en los periodistas sino en los medios. Porque los periodistas somos como hojitas en el viento, trabajamos un día acá, otro día allá, un día nos toca trabajar para un medio de izquierda, otro día para un medio de derecha. Un día trabajamos para un medio con un dueño que es una persona ética y otro día trabajamos para un medio corrupto. Y nuestra lucha es por mantener nuestro caudal de independencia dentro de lo posible, de no resignar banderas de acuerdo a cómo pensamos el periodismo. El tema siempre pasa, en mi caso, por la confrontación con los medios que yo vengo llevando desde hace más o menos 15 años. Hace 12 años me presenté en el parlamento denunciando los desmanes y los robos del Grupo Clarín, en una locución de no sé cuanto rato, sentados ellos a mi lado.
¿Y Por qué la pelea?
Porque siendo periodista o detectas lo que te duele de la profesión o miras para otro lado. Y yo decidí ponerlo en blanco sobre negro.
¿Como ves el futuro del periodismo en Argentina?
Complicadísimo. Es muy difícil hacer periodismo. Yo mantengo mis márgenes de libertad absoluta. De lo único que soy prisionero es de mi libertad.
Que hacen con un periodista que tiene ese grado de libertad -que no es que me la asignen sino que lo demuestro no siendo si quiera condescendiente con mis propios patrones ya que trabajo en una radio en la que discrepo rotundamente con muchos de sus planteos- lo estigmatizan por el lado de la posibilidad de que sea corrupto. De que ha sido comprado por el gobierno, de que es débil a la idea del gobierno y tratan de pasar por encima de la inteligencia de la gente. Yo llevo siendo en los últimos 25 años el periodista mejor pago de la radiotelefonía argentina, soy un hombre que está por afuera de la necesidad mínima de entregar nada. Pero además mis convicciones lo impiden. No obstante lo cual, aunque esa no sea una acusación creíble, dicen que me vendí al gobierno. ¿Por qué? Porque en el terreno de la argumentación es imposible competir. Yo hago permanentemente el desafío: discutamos, argumentemos.
Pongamos un ejemplo, Papel Prensa. Esta es una empresa en la que Clarín y La Nación son los dueños y ellos defienden que dos diarios sean dueños del papel con que se editan todos los diarios y las revistas de la Argentina. Es como si El País y La República fueran dueños de todo el papel en Uruguay. Entonces esos diarios, al tener la preeminencia del negocio, establecen reglas de juego que determinan que El Observador se funda o tenga una muy limitada relación con el proveedor, sujeto a la cantidad de papel que le venden o no le venden, desde los precios o de las exigencias económicas que se le plantean. Es tan impresentable ese tema de Papel Prensa, que cuando vos argumentas nadie puede sostener una vereda de enfrente de lo que te estoy diciendo. Porque es ilógico, es estúpido. Entonces ¿que hacen?, intentan destruir la credibilidad de la persona que argumenta en cada uno los temas en discusión.
Y eso es un poco lo que ocurre. Pero se te va engrosando la piel, llega un momento en que lo tomás con naturalidad y seguís para adelante, en medio de lo que a mí me toca por lo menos es un desmesurado afecto de un sector de la opinión pública y un desmesurado negativismo de los que no me quieren por razones políticas. Y también está la lucha de izquierda y derecha en la cual la derecha naturalmente no me va querer, no me va aceptar. Porque lo que antes era una cuestión que estaba allí, no importaba demasiado si yo era una persona de centro izquierda, de pronto sale a luz de una manera muy clara, entonces a partir de la ley de medios la pelea se hace tremenda en la Argentina.
Vos eras un periodista que generaba un amplio consenso de aceptación en la opinión pública mientras te desempeñabas en asuntos estrictamente deportivos, pero cuando ingresas en la arena del periodismo político se produjo esa división…
Con el tema Botnia, yo en Argentina luché a brazo partido por el derecho de Uruguay a establecer la planta. Esa fue una etapa también durísima, muy compleja, porque hubo crispación cuando los medios incentivaban el divisionismo y todo lo demás. Yo lo viví con naturalidad. A esta altura del partido lo único que hago es estar convencido de lo que hago y argumentativamente capaz de demostrarlo. Es lo único que me importa. Yo gocé de ese consenso generalizado y ahora de ese consenso he perdido seguramente una parte importante de la credibilidad frente a esa gente. Pero si esos son los precios a pagar por luchar y no pasar inadvertidamente por este mundo… o sin lo que me queda es manejarme con indiferencia con los temas que a mí me importan. Pero yo soy un animal político de toda la vida. Lo que pasa es que el relator deportivo se ha devorado otros aspectos. Yo toda mi vida en Uruguay y en Argentina, sobre todo en televisión, la mayor parte de las veces que pude hice cosas que no tenían nada que ver con el periodismo deportivo. O sea, siempre amplié el horizonte de mi trabajo profesional.
Pero si por esta manera de ser y de vivir me toca perder, que he me ha tocado porque no es una suposición sino una realidad que perdido el aprecio de mucha gente, a mi me tiene sin cuidado. Muchísimo más me dolería la mirada íntima apreciando un cobarde que para mantener sus intereses, para vivir tranquilo, no dice que lo realmente piensa en cada tema.
Con relación al gobierno argentino. ¿Qué posiciones compartís y que temas te ponen en la vereda de enfrente?
El gobierno sobre todo en los tiempos de Cristina Kirchner se fue inclinando decididamente hacia lo que llamamos la izquierda; asignación universal por hijo, la duplicación del número de jubilados, el matrimonio igualitario, antes con Néstor Kirchner el pagar toda la deuda al Fondo Monetario Internacional y adquirir una soberanía que es imprescindible para la dignidad de cualquier país. Lo que hace con los derechos humanos que ha sido un extraordinario puntal en el mundo entero. Uruguay todavía tiene algunas cuentas pendientes, España no pagó ninguna de las facturas después del franquismo.
Una cosa que hay que tener en cuenta, es que para muchos el enojo es el tema de los derechos humanos, pero como ese es un tema muy difícil de discrepar buscan los otros elementos, deteriorarlos por otro lado. Pero la bronca y el odio vienen desde ahí, desde una derecha que todavía tiene nostalgia del tiempo militar. Y desde un grupo mediático liberal que concibe el mundo con una gran libertad de puertos, de empresa, en la que los estados sean nada más que elementos permisivos y nunca si quiera elementos de control. Nunca quieren un Estado fuerte. Esa es la pelea.
Ahora todo esto del gobierno que a mí me merece una razón positiva también tiene su contraparte. A mí me parece que siendo un gobierno de izquierda ha tardado mucho en considerar seriamente la despenalización del aborto. Una ley antiterrorista que se votó recientemente no se condice con esos planteos ideológicos que se hablan desde la izquierda. Discrepo con una discusión que tiene el gobierno con (el líder sindical Hugo) Moyano, que no es que yo apruebe todo lo que dice Moyano sino más bien todo lo contrario, pero en la discusión sobre el reparto de ganancia de las empresas creo que él tiene razón, que quiere hacerlo por ley. Mientras que el gobierno pretende que sea a través de la generosidad que lo empresarios puedan tener. Como una cuestión ética y no como una cuestión taxativa obligada desde la ley.
La cuestión ambiental, el gobierno estaba dubitativo, ambiguo. Ahora el gobierno se ha expedido, por ejemplo, sobre la minería a cielo abierto hacia una manera responsable de sobrellevar ese tema y bueno esa es una definición y ahora entramos a otro tipo de discusión entre los ambientalistas, que son gente que valoro muchísimo pero cuando entran en el fanatismo se vuelven insoportables; en Uruguay eso bien se sabe con el tema Botnia. En líneas generales las discrepancias son esas.
En algún momento te escuché decir que te gustaría regresar al Uruguay. ¿Cómo ves tu futuro?
Yo tengo a una altura importante de mi vida, por edad y trayectoria, un contrato por dos años y siete meses más (con radio Continental de Buenos Aires). En una empresa que si bien me firmó nuevamente el contrato tiene reparos respecto a mi manera de sentir el periodismo, porque de vez en cuando tengo que contradecirlos a ellos duramente. Pero si se convive… yo tengo hasta cumplir 67 años un contrato muy importante, mas la televisión, etcétera. Estoy en una etapa de mi vida de mucha producción, desecho trabajo. En este momento debo contar con cinco propuestas diferentes de televisión, es una cosa increíble lo que ha sucedido. A veces no me atraen las propuestas y hay veces que tienen exigencias que no puedo cumplir. Porque tengo muchas horas de trabajo y porque soy un tipo muy viajero. Permanentemente estoy saliendo del país por la ventaja que tengo de poder hacer el programa desde cualquier lado, ahora te estoy hablando desde Comodoro Rivadavia, la semana pasada estaba en Nueva York, la semana que viene estoy en París. Entonces, en ese ritmo de vida se me hace muy difícil asumir compromisos televisivos. Si yo perdiese la radio, seguramente mi destino estaría en la televisión.
Del Uruguay siempre que me ofrecieron algo he podido hacerlo y siempre estoy dispuesto. Últimamente no hubo proyectos que me involucrasen, pero a mí me gusta tener un pie puesto permanentemente -o cuando se puede- en Uruguay. Siempre dependo de la generosidad de las ideas que puedan tener referidas a mí.